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23 de marzo de 2021

De procuradora a Chocoamate

Mis primeros recuerdos de infancia se retrotraen a las mañanas de domingo, cuando nada más despertar, olía el aroma del chocolate a la taza, que mi madre preparaba en la cocina, y que se extendía por toda la casa. Desde entonces esta olor no me ha abandonado.

En aquellos tiempos, no existía la variedad de chocolates que hay hoy en día, y el primer chocolate que recuerdo comer es el de la marca Dolca. Había dos variedades: el negro, con un envoltorio amarillo y marrón y otro con leche, con un envoltorio rojo. Yo siempre elegía el chocolate negro, aunque ahora soy consciente que la cantidad de cacao de aquel chocolate era mínima, y tampoco era de la mejor calidad.

Desde entonces, el chocolate dejó de ser un simple alimento para convertirse en una emoción, y esta pasión junto con mi espíritu viajero me han llevado a descubrir y a probar un gran número de chocolates de todo tipo y marcas. En mi casa tengo cajas llenas de los envoltorios que guardo de los chocolates que he degustado.

Mis primeros recuerdos con el chocolate

Mi recorrido personal

Para saber cómo ha llegado a mi vida ChocoAmate, es necesario que os explique la evolución que he tenido hasta llegar aquí, para animaros a que elijáis dedicaros a aquello que os guste, a la vez que os sintáís útiles ayudando a los demás.

Desde un punto de vista profesional mi formación es jurídica.

Ser una buena estudiante me llevó a hacer la carrera de Derecho. Además eran los estudios que podía hacer en mi ciudad, sin necesidad de desplazarme, cosa importante cuando la situación económica familiar no permitía ir a estudiar fuera, pero sobre todo sabía que mi familia no tenía contactos profesionales que me pudieran facilitar el acceso a un trabajo (mi padre era carpintero), y por lo tanto mi intención era preparar oposiciones a la carrera judicial, porque sabía que esto sólo dependía de mí.

Pero el Sr. Erasmus se cruzó en mi camino y cambió mi destino, dándome la oportunidad, al acabar la carrera, de disfrutar de tres  años de estudios de Derecho Comunitario en Lyon (Francia), los mejores años de mi vida, que me permitieron además continuar disfrutando de mi pasión por el chocolate.

Cuando volví a España, quise continuar con lo que había dejado pendiente al irme, estudiar oposiciones, pero después de mi experiencia en el extranjero, yo ya no era la misma, y no tenía la misma motivación, y después de varios intentos fallidos, empecé a trabajar en un despacho de abogados como chica de los recados, y acabé ejerciendo de procuradora de los tribunales durante 12 años.

Durante un tiempo, esta profesión llenó mi vida, porque suponía la culminación de que al fin me dedicaba a aquello que había estudiado. Creencia errónea que nos imponen.

Tras un periodo breve de sufrir ansiedad, bendita ansiedad, empecé a caminar para evitar estar mucho tiempo sola en casa. El caminar se convirtió en una meditación en movimiento, que me llevó a conectar por primera vez, conmigo misma, tomando consciencia que hasta ese momento había estado viviendo en piloto automático, sin plantearme nunca que es lo que de verdad quería hacer. Y tuve la certeza de que no me veía trabajando en lo mismo hasta llegar el momento de jubilarme, aunque todavía no tenía claro a qué me podría dedicar a partir de ahora.

Estaba totalmente desmotivada y no me sentía nada identificada con mi trabajo. Estaba cansada de ser una «esperadora»: esperaba fiestas, fines de semana, esperaba puentes, vacaciones… Y yo quería vivir todos los días, de lunes a domingo. En mis largas caminatas descubrí el mundo de los podcasts, y entre ellos, el podcast de Charuca, Jefa de tu Vida. En estos audios, se entrevistaban a mujeres que habían estado en la misma situación que yo entonces me encontraba, y ahora eran felices dedicándose a aquello que más les gustaba, y lo más significativo para mí, es que ninguna quería volver a la situación de antes. Esto me hizo reflexionar y así decidí reinventarme, cerrando una etapa para abrir otra, en la que pudiera convertirme en la mejor versión de mí misma, dedicándome a algo que me apasionara pero a la vez pudiera aportar algo de mí a los demás.

Y después de seguir una mentoría con una coach con el fin de que me ayudara a cambiar mi mentalidad de asalariada a emprendedora, a autoconocerme y descubrir mis talentos, pasiones y habilidades, el resultado llegó, y no fue difícil, porque nada más rascar un poco en la superficie, apareció el chocolate, porque mi vida ha estado siempre ligada al chocolate, y así, por fin había encontrado mi para qué.

el chocolate transmite emociones positivas

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